Artículo escrito por Diego Fisher puede leerlo directamente en https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/diego-fischer/leer-vivir.html
Son un grupo de decenas de personas mayores que comparten sus días en el Hotel Continental Senior de Montevideo. Por diferentes razones han decidido mudarse a ese lugar y vivir allí, donde tienen asegurado no solo confort sino compañía.
En su gran mayoría son mujeres, pero también hay hombres. Sus edades oscilan entre los 79 y los 98 años, todos se valen por sus propios medios. Forman una comunidad unida por la edad y por el deseo y el entusiasmo de hacer cosas por ellos mismos y por personas necesitadas.
El jueves pasado, inauguraron una biblioteca en el propio hotel. Fue una fiesta a la que tuve la suerte de asistir. Allí estaban también el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo y representantes de Primaria, de la Biblioteca Pedagógica Central y de la Intendencia de Montevideo.
Elina, una ex docente y astrónoma de 89 años, con una vitalidad admirable y una capacidad de trabajo encomiable, ofició de anfitriona. El viaje del lector bautizaron a la biblioteca que comenzó hace tres años con unos pocos ejemplares y que, con el transcurso del tiempo, fue sumando volúmenes hasta llegar hoy a los mil doscientos libros.
“Es el resultado de un trabajo en grupo”, sostuvo Elina, que no ocultaba su alegría por el logro alcanzado. Todos los residentes que estaban presentes, contribuyeron para que la biblioteca hoy sea una realidad. Ellos y sus familiares fueron aportando los libros que, clasificados por temas y autores, se ven en los estantes del salón. Allí, abundan las novelas, los textos de historia, los libros de poesía; hay también volúmenes de geografía y de cocina. Susana, otra residente, hizo la tarea de ordenar, indizar y numerar los volúmenes, pero no fue la única.
El viaje del lector está ubicada en un salón donde los residentes del hotel llevan también a cabo otras actividades, como el canto. “No es músico terapia”, advirtió Gonzalo, el profesor que todos los martes, guitarra en mano, les enseña canciones que van sumando a un repertorio que ya cuenta varias docenas de temas.
La lectura y la música ocupan buena parte de los días de estas personas retiradas hace un buen tiempo de sus actividades laborales, pero decididas a vivir y a disfrutar con esperanza el tiempo que les toca vivir.
También, varias de ellas, dedican horas al tejido y confeccionan ropa de abrigo para los niños de la Fundación Peluffo Giguens y para los internados en el Hospital Piñeyro del Campo. Alma, una ex abogada, es la docente en esta materia. Ha enseñado a varias de sus compañeras el arte de tejer. La lana la compran ellas mismas. Isabel, otra de las integrantes del grupo, sostiene que existe un nexo entre la lectura y el tejido, “mientras en los libros las palabras y los personajes se entrecruzan para armar una historia, en el tejido es la lana que se entrelaza para formar una prenda”; en ambos casos sus autores han puesto el corazón y dedicado el tiempo para otros.
Para estas personas, leer es la forma que encontraron de viajar y de vivir otras vidas. La lectura y la solidaridad es lo que las mantiene lúcidas, les da tema de conversación y de debate y les hace sentir que no importa la edad que se tenga para soñar, seguir teniendo sueños y brindarse al prójimo.
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